Dios no demanda sacrificios de nosotros, porque Jesús, su Hijo, ya fue sacrificado por todos. Pero Dios sí demanda fe, confianza en El. Y una forma de hacer es, lo que nosotros podemos llamar sacrifico. Sacrificar nuestro pecado. Dejar de hacer mal. Tú, que tienes para sacrificar en tu vida, por amor a Dios?

Quieres triunfar en la vida? Quieres tener éxito en todo lo que emprendes? Quieres evitar fracasos de tus sueños? Esta reflexión es para ti.

La vida ofrece muchos caminos, y estos nos llevan al fracaso, Dios nos ofrece uno, y este nos da vida eterna.

Queremos recibir la bendición, pero tenemos que pagar un precio por ella. Así como nada es gratis en la vida, también si queremos ser bendecidos, tenemos que acercarnos a Dios.

Delante de Dios no tenemos excusa, por eso debemos tomar la mejor decisión de nuestra vida. Obedecer a Dios, con todo nuestro corazón.

Podemos ser muy fuertes, templados, seguros en exceso, pero cuando abrimos alguna puerta para el pecado, el enemigo no perdona, no pierde el tiempo. Nuestra seguridad debe ser, y tiene que ser siempre, Dios.

Cada uno de nosotros deberíamos evaluar nos, preguntarnos ¿donde estamos?, donde nos encontramos?, evaluarnos cómo estamos delante de Dios.

Dios hace la invitación a sus bodas. Si yo acepto la invitación, entonces debo prepararme para ir a la fiesta. Debo pensar en que traje me voy a poner para ese día especial. Debo estar bien perfumado. Aceptas?

Cada uno de nosotros sufrimos algo, dificultades y problemas, son el pan de cada día. Tenemos en Dios una gran promesa de alivio, de paz, de consuelo. Esto es para ti.

Sabes que sucesos vienen sobre la tierra y a quienes afectarán? Debemos conocerlos y saber la manera de enfrentarlos con valor.